Constantino colmó de privilegios a los cristianos y elevó a muchos obispos a puestos importantes, confiándoles, en ocasiones, tareas más propias de funcionarios civiles que de pastores de la Iglesia de Cristo. A cambio, él no cesó de entrometerse en las cuestiones de la Iglesia, diciendo de sí mismo que era «el obispo de los de afuera» de la Iglesia. Las nefastas consecuencias de este conturbenio no fueron previstas entonces. Debido, sin duda, al agradecimiento que querían expresar al emperador que acabó con las persecuciones, los cristianos permitieron que éste se inmiscuyera en demasía en el terreno puramente eclesiástico y espiritual de la Cristiandad. Las influencias fueron recíprocas: comenzaron a aparecer prelados mundanos que en el ejercicio del favor estatal que disfrutaban no estaban, sin embargo, inmunizados a las tentaciones corruptoras del poder y daban así un espectáculo poco edificante. Esta corriente tendría su culminación en la Edad Media y el Renacimiento. Como reacción a esta secularización de los principales oficiales de la Iglesia, surgieron el ascetismo y el monasticismo que trataban de ser una vuelta a la pureza de vida primitiva, pero que no siempre escogieron los mejores medios para ello.
lunes, 1 de febrero de 2010
CONSTANTINO
Constantino colmó de privilegios a los cristianos y elevó a muchos obispos a puestos importantes, confiándoles, en ocasiones, tareas más propias de funcionarios civiles que de pastores de la Iglesia de Cristo. A cambio, él no cesó de entrometerse en las cuestiones de la Iglesia, diciendo de sí mismo que era «el obispo de los de afuera» de la Iglesia. Las nefastas consecuencias de este conturbenio no fueron previstas entonces. Debido, sin duda, al agradecimiento que querían expresar al emperador que acabó con las persecuciones, los cristianos permitieron que éste se inmiscuyera en demasía en el terreno puramente eclesiástico y espiritual de la Cristiandad. Las influencias fueron recíprocas: comenzaron a aparecer prelados mundanos que en el ejercicio del favor estatal que disfrutaban no estaban, sin embargo, inmunizados a las tentaciones corruptoras del poder y daban así un espectáculo poco edificante. Esta corriente tendría su culminación en la Edad Media y el Renacimiento. Como reacción a esta secularización de los principales oficiales de la Iglesia, surgieron el ascetismo y el monasticismo que trataban de ser una vuelta a la pureza de vida primitiva, pero que no siempre escogieron los mejores medios para ello.
CONCILIO DE NICEA
Después de su victoria contra contra Licinus, el emperador de oriente, en septiembre de 324 d.C. Constantino dueño absoluto del Imperio Romano, se esforzó en arreglar los litigios entre los diferentes obispos de oriente, como ya hizo en occidente por causa del donatismo convocando los sínodos de Roma en el 311 y el de Arlés en el 314. Así convocó a los diferentes obispos a un sínodo comparable en todo a los comitia (comicios) de las órdenes civiles del Imperio. Este concilio fue convocado primeramente en Ancyra y después, por razones de comodidad el propio emperador, en Nicea, donde en sus inmediaciones más próximas se encontraba la residencia imperial de Nicomedia.
Vemos que el emperador, tras haber logrado la unificación y uniformidad total del imperio bajo su persona, trataba de hacer lo mismo con el cristianismo, a imagen del propio imperio. Este concilio no fue convocado por la iglesia o uno de sus obispos, sino por un emperador sobre el que aún hoy recaen serias dudas entorno a lo genuino de su fe cristiana, puesto que era un adorador del Solis Invictus (Sol Invicto). La pretensión posterior del obispado de Roma de ejercer una primacía jerárquica sobre el resto de la cristiandad tiene mucho que ver con este deseo de uniformidad imperial.
Por deseo del emperador romano Constantino, el concilio se reunió en la ciudad de Nicea, en el Asía Menor y cerca de Constantinopla, en el año 325 el 20 de mayo, la mañana de las fiestas de conmemoración de su victoria sobre su rival Licinio. Es esta asamblea la que la posteridad conoce como el Primer Concilio Ecuménico, es decir, universal
EDICTO DE MILAN
Si bien la religión cristiana será distinguida de las creencias arrianas a partir del Concilio de Nicea en el 325, y oficializada por Teodosio I a través del Edicto de Tesalónica (380), el fin del acosamiento perseguía la reunificación y fortalecimiento del poder, amenazado por el constante crecimiento del cristianismo.
Galerio terminó con las persecuciones infligidas a los cristianos a través del “Edicto de Tolerancia Nicomedia”. Aún así, existía un constante enfrentamiento entre los dos emperadores cuyo objetivo era unificar el poder del Imperio en una sola persona. Es así como Licinio había permitido a su milicia la persecución de cristianos, desobedeciendo el edicto promulgado por Galerio. La finalidad de Licinio era la de ganar el favor de su ejército. La consecuencia directa fue la conversión de algunos soldados y la pérdida de la vida de muchos cristianos.
ESTRUCTURA ECLESIAL Y IGLESIA CATOLICA IMPERIAL
ESTRUCTURA ECLESIAL
El cristianismo a partir, de una fecha se constituye en ña reñigio imperial, por el edicto de milan, por constantino, estructura imperial.
Emperador
Dignatario--- Estatal
Clase alta-ejercito
Pueblo
Apartir de 378 sucede que constantino, teodocio aplican un a estructura primordial a la iglesia:
•Representante de Dios en la tierra, El Papa
•Cardenales y Obispos
•Sacerdotes, Diaconos
•Populo
El primer modelo de iglesia, jerarquia, papa asume poderes terrenales y celestiales, este modelo se cambia en el 1962 pero se emfrentan a dos roblemas el cesarpapismo en el siglo IV - V.
Ya que el cesarpapismo decide obtener los poderes del Papa y el Papa quiere obtener el poder terrenal y el eclesial el papacesarismo y esto los lleva a una excomulgasion mutua.
IGLESIA CATOLICA IMPERIAL
En el siglo IV se reconoce al Cristianismo por parte del imperio Romano.
constantino junto con liciano en el 313 d.c garantozo libertad religiosa ilimitada para todo el imperio en eñ 315 cae el castigo de la crusifccion en el 321 se acepta que la iglesia disfrutara de patrimonmio en 325 constantini el primer concilio el de Nicea.
LA IGLESIA PRIMITIVA
En los evangelios la expresión "Iglesia" aparece sólo dos veces. En Mt 18,17 se refiere a la comunidad local al tratar la corrección fraterna, y en Mt 16,18 recuerda que Jesús habló de la Iglesia en sentido amplio: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Además de esta breve referencia terminológica al ministerio de Jesús, en la segunda mitad del siglo i, Ef 5,25 afirma: "Como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella". De esta forma germinal se expresa la relación fundadora, originaria y fundante entre l Jesús y la Iglesia. Ya en los inicios del siglo ii, Ignacio de Antioquía habla claramente de la "Iglesia católica" (Smyrn. 8,2), y a finales de este mismo siglo, Celso distingue entre los conventículos gnósticos y "la gran Iglesia" (Orígenes, Contra Celsum, 5,59).
Toda esta etapa configura la Iglesia primitiva en su época apostólica, cuyo testimonio inspirado es el NT (I Inspiración), redactado en su mayor parte en el siglo I d.C. En la primera mitad del siglo II d.C. aún se incorpora al canon del NT alguna obra -posiblemente 2Pe-, en coincidencia con los primeros escritos no canónicos. Algunos de estos últimos, como los "Padres apostólicos" y los ! "Apologetas", sirven de guía teológica para la Iglesia en los siglos sucesivos. Otros son clasificados como /apócrifos e incluyen una teología que es calificada como herética, ya sea gnóstica o doceta. Ya en la segunda mitad del siglo II d.C, se cierra definitivamente tal época, y con l Ireneo (obispo de Lyon en el 177 d.C.), empieza el período propiamente patrístico.
La importancia de la época apostólica de la Iglesiá primitiva para la teología fundamental es decisiva por razón del .carácter definitivo de la revelación plena que es Jesucristo, puesto que después de 1 "no hay que esperar ya ninguna revcación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4; cf 2.17): de ahí que esta época sea norma y fundamento para la Iglesia de todos los tiempos (cf K. Rahner). Precisamente el concilio Vaticano II al hablar de esta época engloba a "los apóstoles" y a los llamados "varones apostólicos" (DV 7 y 18), y así reafirma el origen apostólico de los evangelios, cuyo proceso de formación triple -Jesús/apóstoles/evangelistas-posibilita la recta comprensión de su carácter histórico (cf DV 19). Este origen apostólico también es propio de los restantes escritos del NT (cf DV 20). De esta forma e1 Vaticano IIrecoge la tesis del decreto Lamentabili,que sustentaba que con los apóstoles se cerró la revelación (c€ DS 3421). Ya desde un punto de vista más sociológico-histórico, esta época apostólica puede dividirse en tres períodos, que coinciden aproximadamente con tres generaciones (cf R.E. Brown): el período apostólico (ca. 30-65), el período subapostólico (ca. 66-100) y el período posapostólico (ca. 100-150).
HISTORIA IGLESIA
Conversión de Saulo
Entre los que aprobaron la muerte de San Esteban había un joven llamado Saulo, de la secta de los Fariseos, natural de Tarso, Cilicia; educado en las escuelas de los Rabinos de Jerusalén, odiaba de muerte a los discípulos. Asolaba a la Iglesia, dicen los hechos apostólicos, penetraba en las casas, arrancando de ellas a hombres y mujeres para llevarlos a la cárcel.
Obtuvo cartas del príncipe de los sacerdotes para ir a Damasco, con poder de aprisionar a quienes fuesen cristianos. Ya cerca de la ciudad fue rodeado de una luz del cielo, y caído en tierra, oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, por qué me persigues?" "¿Quién eres?, Respondió él. Soy Jesús a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad; allí se te dirá lo que has de hacer".
Saulo se levantó y con los ojos abiertos nada veía. Sus compañeros le tomaron de la mano y le condujeron a Damasco, donde quedó tres días sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo de nombre Ananías a quien llamó el Señor para mandarle donde Saulo. Y como Ananías le contestaba: "Señor, he oído a muchos de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos de Jerusalén..." El Señor le repuso: "Ve, porque este es para mi un instrumento de elección, para que lleve mi nombre ante las naciones y los reyes y los hijos de Israel. Y le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre". Fue Ananías, le impuso las manos a Saulo y le devolvió la vista.
Luego lo bautizó y pronto Saulo se dio a predicar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.
Pasado algún tiempo, los Judíos resolvieron matar a Saulo, por lo que los discípulos le hicieron huir descolgado en una canasta por el muro, porque aquellos guardaban las puertas día y noche, para darle muerte. (Hechos Apostólicos, cap. 9)
Entretanto, Saulo se había retirado a las regiones próximas a Damasco, para recibir las revelaciones del Señor, según lo dice él en sus Epístolas. Al cabo de tres años subió a Jerusalén donde Bernabé, pariente suyo, le presentó a Pedro, con quien estuvo quince días. Enseguida volvió a Antioquía.
Había en la Iglesia de Antioquía profetas y doctores. Mientras celebraban la Liturgia y guardaban los ayunos, dijo el Espíritu Santo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los llamo". Entonces, después de orar y ayunar les impusieron las manos y los despidieron. Así San Pablo fue constituido Apóstol de los Gentiles. "El que obró en Pedro para el apostolado de la circuncisión obró también en mi para el de los gentiles", escribió más tarde el propio San Pablo a los Galatas.
Comenzó entonces Pablo su gloriosa e incomparable carrera para anunciar la doctrina de Cristo N. S. a las naciones.
Tres fueron sus grandes giras apostólicas.
En la primera, Pablo, acompañado de Bernabé y de Juan Marcos, el futuro evangelista, recorrió Chipre y Asia Menor en su parte meridional.
Luego de quedarse en Antioquía de Siria un tiempo cuya duración no se conoce, se separaron Bernabé y Pablo.
Entonces Pablo, llevándose a un nuevo compañero llamado Silas, visitó las Iglesias ya fundadas y, continuando este segundo viaje, llegó hasta la Frigia y la Galicia; pasó luego a Europa. En Filipos fundó una comunidad; siguió a Salónica y bajó hasta Atenas, donde predico ante el Areópago. De Atenas se fue a Corinto donde permaneció año y medio y dejó una Iglesia floreciente. De allí regreso a Asia Menor.
No tardó en emprender el tercer viaje cuyo centro fue Efeso, donde permaneció por más de dos años y fundó otra comunidad importante. En este tercer viaje iba en compañía de Lucas, el médico y futuro evangelista, que lo seguía desde la ciudad de Troas, en su segunda gira.
Por doquiera San Pablo encontró grandes resistencias y grandes padecimientos que él mismo cuenta en sus epístolas. Muchas veces se vio encarcelado, azotado, apedreado; naufragó y pasó un día y una noche en los abismos del mar. Muy a menudo se vio rodeado de falsos hermanos y blanco de negras envidias. El apóstol consideraba todos esos padecimientos como señas y pruebas de la bondad de su ministerio evangélico.
Después del tercer viaje, subió Pablo a Jerusalén donde se alborotaron los judíos e hicieron que fuera apresado por los Romanos. Después de un cautiverio de dos años, él mismo apeló al César y fue llevado a Roma donde permaneció otros dos años en semi-libertad. Aprovechó estos años en predicar la fe. Absuelto por César volvió a Oriente y sufrió luego un segundo cautiverio.
Según las antiguas tradiciones de la Iglesia Romana, pasó nueve meses con San Pedro en el oscuro calabozo de la cárcel Mamertina. Sacado de allí, sufrió una última flagelación y, en su calidad de ciudadano romano, fue decapitado el mismo día que San Pedro era crucificado con la cabeza para abajo. Era el año 67.
San Pablo aparece como el gran evangelista de los paganos en la primitiva Iglesia; sin embargo no tendrá sucesor en su apostolado: él no es la piedra angular de la Iglesia. La piedra angular es Pedro y el Papa, sucesor de Pedro, será el jefe de la Iglesia, donde ha de mandar una cabeza visible, la del Vicario de Cristo.
HISTORIA DE LA IGLESIA
EN PALESTINA
Desde los comienzos de la Iglesia, San Pedro actuó como jefe de ella: fue el primero en predicar al pueblo el día de Pentecostés; el primero en obrar milagros: el primero en sufrir los azotes de los judíos, fue también el primero en llevar el apostolado fuera de Jerusalén. El fue quien con Juan, impuso las manos sobre los fieles de Samaría convertidos por el diácono Felipe y les dio el Espíritu Santo.
Pedro fue el que devolvió la salud al paralítico Eneas, en Lida y la vida a la difunta Tabita, en Joppe; el que reprendió a Simón el Mago, padre de la Simonía, cuando este le ofreció dinero al Apóstol en cambio del poder de hacer milagros.
Finalmente fue Pedro el que recibió a los primeros gentiles en la Iglesia y dio el bautismo al Centurión Cornelio.
Más tarde, el tercer Herodes llamado Agripa hizo prender a Pedro para darle muerte públicamente y así complacer a los Judíos. Mientras tanto toda la Iglesia oraba con instancia a Dios por él.
Durante la noche anterior al suplicio, a pesar de estar Pedro encadenado y bajo la custodia de 16 soldados, un Angel del Señor lo libertó milagrosamente. Luego de reunirse con los fieles y contarles cómo había sido sacado de la cárcel. Pedro salió y se fue a otro lugar.
Este mismo Herodes había hecho prender y degollar a Santiago el Mayor, hermano de Juan. Fue en ese tiempo cuando los Apóstoles abandonaron la Judea y se dispersaron por el mundo conocido.
EN ANTIOQUIA
La tradición de los antiguos historiadores de la Iglesia, tradición confirmada por la fiesta de la Cátedra de S. Pedro en Antioquía, nos enseña que San Pedro estableció el centro de su apostolado, su sede en Antioquía, gran ciudad entonces. Allí fue donde, por su gran muchedumbre que los discípulos empezaron a llamarse cristianos.
Durante su estancia en aquella capital estableció San Pedro diversas Iglesias en el Ponto, la Bitinia y la Capadocia.
EN ROMA
Pasados los siete años que la tradición atribuye a su episcopado en Antioquía, San Pedro se encaminó a Roma, capital del Imperio Romano y del mundo.
Allí fundó la Iglesia Romana: dio él mismo el episcopado a Lino, que había de ser el primer sucesor suyo y allí sufrió el martirio.
Es creencia general que, recibido primero en la colonia judía que habitaba uno de los barrios pobres, se hospedó luego en casa del senador Pudente, emparentado con el centurión Cornelio, bautizado por el Apóstol.
Entre los años del 47 al 51, después de un motín de barrio, cuya causa atribuye el historiador Tácito a un tal Cresto - es decir el nombre que los paganos por malicia o por ignorancia daban a Cristo-, el emperador Claudio desterró de Roma a todos los judíos y San Pedro tuvo que salir con ellos. Volvió hacia el año 63 y durante la persecución de Nerón fue encarcelado en la prisión Mamertina. Condenado a morir en una cruz, pidió que lo crucificaran con la cabeza para abajo diciendo que no era digno de morir de la misma manera que su divino maestro.
La primacía que había recibido de Jesucristo N. S. y ejercido en Roma, pasó como herencia a sus sucesores en aquella sede, por lo cual el Papa, Obispo de Roma, es el Pastor supremo de la Iglesia.