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San Pablo
Conversión de Saulo
Entre los que aprobaron la muerte de San Esteban había un joven llamado Saulo, de la secta de los Fariseos, natural de Tarso, Cilicia; educado en las escuelas de los Rabinos de Jerusalén, odiaba de muerte a los discípulos. Asolaba a la Iglesia, dicen los hechos apostólicos, penetraba en las casas, arrancando de ellas a hombres y mujeres para llevarlos a la cárcel.
Obtuvo cartas del príncipe de los sacerdotes para ir a Damasco, con poder de aprisionar a quienes fuesen cristianos. Ya cerca de la ciudad fue rodeado de una luz del cielo, y caído en tierra, oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, por qué me persigues?" "¿Quién eres?, Respondió él. Soy Jesús a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad; allí se te dirá lo que has de hacer".
Saulo se levantó y con los ojos abiertos nada veía. Sus compañeros le tomaron de la mano y le condujeron a Damasco, donde quedó tres días sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo de nombre Ananías a quien llamó el Señor para mandarle donde Saulo. Y como Ananías le contestaba: "Señor, he oído a muchos de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos de Jerusalén..." El Señor le repuso: "Ve, porque este es para mi un instrumento de elección, para que lleve mi nombre ante las naciones y los reyes y los hijos de Israel. Y le mostraré cuánto debe padecer por mi nombre". Fue Ananías, le impuso las manos a Saulo y le devolvió la vista.
Luego lo bautizó y pronto Saulo se dio a predicar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.
Pasado algún tiempo, los Judíos resolvieron matar a Saulo, por lo que los discípulos le hicieron huir descolgado en una canasta por el muro, porque aquellos guardaban las puertas día y noche, para darle muerte. (Hechos Apostólicos, cap. 9)
Entretanto, Saulo se había retirado a las regiones próximas a Damasco, para recibir las revelaciones del Señor, según lo dice él en sus Epístolas. Al cabo de tres años subió a Jerusalén donde Bernabé, pariente suyo, le presentó a Pedro, con quien estuvo quince días. Enseguida volvió a Antioquía.
Pablo, Apóstol de los Gentiles
Había en la Iglesia de Antioquía profetas y doctores. Mientras celebraban la Liturgia y guardaban los ayunos, dijo el Espíritu Santo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los llamo". Entonces, después de orar y ayunar les impusieron las manos y los despidieron. Así San Pablo fue constituido Apóstol de los Gentiles. "El que obró en Pedro para el apostolado de la circuncisión obró también en mi para el de los gentiles", escribió más tarde el propio San Pablo a los Galatas.
Pablo, el Viajero de la Fe
Comenzó entonces Pablo su gloriosa e incomparable carrera para anunciar la doctrina de Cristo N. S. a las naciones.
Tres fueron sus grandes giras apostólicas.
En la primera, Pablo, acompañado de Bernabé y de Juan Marcos, el futuro evangelista, recorrió Chipre y Asia Menor en su parte meridional.
Luego de quedarse en Antioquía de Siria un tiempo cuya duración no se conoce, se separaron Bernabé y Pablo.
Entonces Pablo, llevándose a un nuevo compañero llamado Silas, visitó las Iglesias ya fundadas y, continuando este segundo viaje, llegó hasta la Frigia y la Galicia; pasó luego a Europa. En Filipos fundó una comunidad; siguió a Salónica y bajó hasta Atenas, donde predico ante el Areópago. De Atenas se fue a Corinto donde permaneció año y medio y dejó una Iglesia floreciente. De allí regreso a Asia Menor.
No tardó en emprender el tercer viaje cuyo centro fue Efeso, donde permaneció por más de dos años y fundó otra comunidad importante. En este tercer viaje iba en compañía de Lucas, el médico y futuro evangelista, que lo seguía desde la ciudad de Troas, en su segunda gira.
Por doquiera San Pablo encontró grandes resistencias y grandes padecimientos que él mismo cuenta en sus epístolas. Muchas veces se vio encarcelado, azotado, apedreado; naufragó y pasó un día y una noche en los abismos del mar. Muy a menudo se vio rodeado de falsos hermanos y blanco de negras envidias. El apóstol consideraba todos esos padecimientos como señas y pruebas de la bondad de su ministerio evangélico.
Pablo, Mártir de la Fe
Después del tercer viaje, subió Pablo a Jerusalén donde se alborotaron los judíos e hicieron que fuera apresado por los Romanos. Después de un cautiverio de dos años, él mismo apeló al César y fue llevado a Roma donde permaneció otros dos años en semi-libertad. Aprovechó estos años en predicar la fe. Absuelto por César volvió a Oriente y sufrió luego un segundo cautiverio.
Según las antiguas tradiciones de la Iglesia Romana, pasó nueve meses con San Pedro en el oscuro calabozo de la cárcel Mamertina. Sacado de allí, sufrió una última flagelación y, en su calidad de ciudadano romano, fue decapitado el mismo día que San Pedro era crucificado con la cabeza para abajo. Era el año 67.
San Pablo aparece como el gran evangelista de los paganos en la primitiva Iglesia; sin embargo no tendrá sucesor en su apostolado: él no es la piedra angular de la Iglesia. La piedra angular es Pedro y el Papa, sucesor de Pedro, será el jefe de la Iglesia, donde ha de mandar una cabeza visible, la del Vicario de Cristo.